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Vacunarse por la amenaza de que te aíslen

Artículo de Virginia, 23 de mayo del 2021.

Son muchos los que se avienen a vacunarse, o andan pensando en avenirse, por evitar las miserias con las que por todas partes se amenaza a los que no pasen por la aguja.

Son los efectos presentes de las amenazas de aislamiento futuro de la campaña de terrorismo del estado y de los medios de formación de masas: con esa promesa de muerte social se implanta un miedo que supera incluso al de la propia muerte "física", por no hablar del miedo y el asco a la reorganización de la vida y el recrudecimiento de la administración de muerte que gracias al sometimiento de las masas al nuevo bautismo vacunatorio nos prometen.

Porque sólo si muchos, si una gran mayoría, se vacunan, será posible la implantación del aislamiento de los no vacunados por cuyo miedo se vacunan muchos de los que se vacunan.

O sea, que los que van a recibir el nuevo sacramento de la fe eterna por evitar el aislamiento están procurando justo aquello que quieren evitar.

Decidme que no: decidme que hablo demasiado en general, que el que se vacuna lo que quiere es librarse él de ese aislamiento.

Vale. Sí: ése es el razonamiento: me vacuno para ser uno de la mayoría que se vacuna y que hará posible que, según amenazan, se aísle a los no vacunados, pero a mí no me aislarán porque estaré vacunado.

O sea, que con lo de vacunarse uno fabrica el problema y la solución al mismo tiempo. Y no le importa fabricar el problema para otros mientras él se libre.

Decidme que no: que el que se llegue a imponer el aislamiento a los no vacunados no depende de uno, sino de la suma de unos, que uno nada puede hacer, y, como da por supuesto que la gran mayoría se vacunarán y los otros quedarán aislados independientemente de su decisión personal (por un garbanzo menos no deja de cocer la olla), pues entonces ya sólo le queda elegir entre dos futuros que se le prometen como si estuvieran ya hechos.

Pero es curioso cómo eso de que uno no cuenta lo piensan muchos unos, y gracias a que muchos unos lo piensan, que creen en el futuro como si ya estuviera hecho, gracias a eso el futuro prometido no sólo es que tenga más probabilidades de realizarse: es sobre todo que nos mata ya ahora, que nos convence de que no hay nada que hacer y habrá por tanto finalmente que hacer lo que nos mandan por más que no nos convenza, porque de lo único que nos convence es de que no podemos hablar, ni contra sus nuevas amenazas terroristas ni con los allegados que se creen lo que sea que se creen los que creen en las vacunas.

Porque no vamos a caer ahora nosotros en creer en esas cuentas de unos que se suman a otros unos, y si nos resistimos a su campaña del terror no es por sumarnos con otros unos: es de puro asco de sus planes, de tener nada que ver con ellos, de contestar siquiera a su llamamiento, de puro asco de sus esperimentos y sus agujas y sus cómputos y sus futuros, y sobre todo de puro asco de sus intentos de amedrentarnos, y porque podemos decir que NO, que no nos dan miedo ni sus virus ni sus pasaportes ni sus leyes, y si nos lo dan (porque también nos lo dan), pues entonces porque más miedo que sus virus y sus pasaportes y sus leyes nos lo da la muerte en vida que con sus amenazas de virus y leyes y pasaportes nos imponen.

No creemos en su Futuro: no nos fiamos, desde luego, de sus promesas (que son sus amenazas) de que con este acto de obediencia particular vamos a librarnos de las miserias que prometen a quienes no obedezcan, porque sabemos que la ley eternamente renovada es exigirnos sacrificio tras sacrificio, porque la Nada no se llena con nada y para el vientre de la Bestia todo es poco; pero sobre todo no nos creemos que fuera de su Ley no haya nada, que es el solo miedo que nos quieren imponer bajo los nombres de Virus, Vacuna, Pasaporte, Aislamiento. No tememos no pertenecer porque ya estamos aquí, ya estamos vivos, ya estamos más o menos mezclados con la gente y con las cosas, y es ese miedo de ahora a perder la vida futura, ese miedo que pretende salvarnos para la vida futura, lo que nos impide vivir, porque vivir sólo se vive ahora.

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