Covid, vacunas y mitridatismo
El mitridatismo es la ingestión de dosis crecientes de un producto tóxico para adquirir una supuesta insensibilidad o resistencia al mismo. ¿Y si las vacunas de ARN y ADN no son vacunas, sino una forma de mitridatismo? Cada vez son más los estudios que parecen apuntar en esta dirección, y esperamos con impaciencia la publicación del Dr. Bridle, que debería ofrecer una documentada síntesis. Aquí está la traducción de su última intervención por nuestros amigos suizos [Consúltese el artículo “Hemos cometido un error, la proteína Spike misma es tóxica y peligrosa para el hombre”, según el profesor Bridle (En francés)].
Desde hace algún tiempo, cuando me hablan de brotes de casos después de la vacunación, más que de nuevas contaminaciones -que serían coincidencias inquietantes-, evoco más bien una enfermedad propia desarrollada por la vacuna (una enfermedad parecida al Covid, con pacientes positivos, probablemente debido a la presencia detectada de fragmentos de la proteína). Los numerosos efectos secundarios de las vacunas serían entonces formas atenuadas de esta enfermedad, porque hay muchas similitudes, en particular en lo que respecta a los trastornos de la coagulación. Kevin McCairn ya había trabajado y documentado el tema de la toxicidad de la proteína spike.
Parece cada vez más establecido que la proteína spike no es sólo un elemento de la cáscara del virus con fines cosméticos, sino que probablemente sería responsable de algunos de los trastornos causados por el Sars-Cov-2, quizás los más importantes, vasculares y hematológicos. Sería la sustancia más activa y tóxica del virus. El virus sin espiga sería entonces casi inofensivo, y las variaciones de la spike lo harían más o menos tóxico. Este es el caso de las variantes recientes, variaciones del virus que sólo afectan a la spike.
Una vacuna clásica inyecta el "tóxico" atenuado o muerto. Aquí se inyecta "activa", no atenuada, de ahí los numerosísimos efectos secundarios, a veces mortales, como nunca se habían visto en las vacunas autorizadas hasta la fecha. Si la proteína spike es la sustancia más activa del virus, ya no es una vacuna lo que se inyecta, sino el tóxico, y ya no es una vacuna, sino una forma de mitridatismo. Esta es la única manera de desensibilizar a los pacientes que son alérgicos a una sustancia que es tóxica para su cuerpo.
En estas condiciones, la inyección indirecta de la sustancia más tóxica del Sars-Cov-2, sin haberla atenuado antes, sería un error. Un error que no se podía prever al principio, dado el conocimiento que se tenía de dicha proteína al comienzo. Cuando hablo de inyección indirecta, me refiero a otro problema, que es el paso por una fase genética, porque no es la proteína spike la que se inyecta directamente, sino las instrucciones para que nuestro cuerpo la fabrique por sí mismo. A los efectos secundarios iniciales, debidos a la proteína y no al ADN o ARN inyectado, se pueden añadir efectos posteriores, debidos a las modificaciones genéticas. Es una incógnita total que puede ser inocua para algunos, gravísima para otros, no sabemos nada de ella, estamos en la fase de tratamiento experimental. Sobre este punto, yo había escrito hace 6 meses que harían falta dos años para saberlo, lo mantengo.
Se puede pensar que los problemas actuales de las vacunas no están relacionados con el ADN o el ARN, sino sólo con la proteína spike, con una enfermedad de la proteína spike. ¿No debería en estas condiciones la investigación dirigirse a encontrar una molécula que combinándose con la proteína spike la inhibiera, haciendo que el virus se volviera prácticamente inofensivo? Los anticuerpos monoclonales iba un poco en esta dirección, pero eran poco prácticos y probablemente demasiado sensibles a las variaciones de la proteían spike, lo que los hizo obsoletos. Ya existe también otra forma: bloquear inmediatamente la multiplicación del virus para bloquear la multiplicación de la proteína spike, a esto se llama tratamiento temprano.
Aquí están las entradas más nuevas de Contra el Encierro.