Contra el Encierro
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Es imprevisible la vida de verdá: la que es previsible, ni es vida, ni es ná.

Por Oarnado

Es imprevisible la vida de verdá:
la que es previsible, ni es vida, ni es ná.



Pues sí, para eso está Dios: para protegernos, para que no nos pase nada y, para ello, por nuestro bien, impone cadena perpetua hasta la ejecución de la irremediable condena a muerte (en la que tanta fe se tiene -por cierto- y que es una gran ventaja con la que cuenta el Señor). Para Dios, como omnisciente y omnivisonario que es, “imprevisto” no está en su vocabulario. No puede ser que pase lo que no sabe. Sabe todo, prevé todo y todo se cumple, se tiene que cumplir. Eso es el Futuro: el cumplimiento de lo ya previsto y predicho para que no pase nada. Y así, Dios prevé catástrofes, alarmas y emergencias y hace que se cumplan; y ahí está Él cumpliendo, a su vez, su papel, protegiéndonos y mandándonos lo que tenemos que hacer para que no nos pase nada; y ahí estamos nosotros cumpliendo también el nuestro, obedeciéndole y, si desobedecemos, arrojará su ira sobre nosotros, seremos castigados y seremos los culpables de que nos pase algo; porque sí: la única manera de que nos pase algo es no siendo como Dios manda.

El bien y el mal lo determina Dios; la vida y la muerte, también. El bien está en el encierro, el mal está afuera. La vida es quedarse en casa, aislarse y taparse la boca; la muerte está en la calle, está en la nieve, en un estornudo, en un beso, en un canto...

Los Santuarios y los Enviados del Señor están a sus órdenes. Este es el Régimen que padecemos, el de ahora: Estados, Gobiernos, Medios de Comunicación, Médicos, Jueces, Científicos, Policías, Docentes, Militares, Centros de Coordinación de Alertas y Emergencias de todo tipo (sanitarias, climáticas, medio ambientales, urbanísticas,... lo que haga falta en su afán de totalidad) con sus Planes de Preparación y Respuesta, todos ellos -y más- están al servicio de Dios y fabrican previsiones catastróficas y sus consiguientes alertas, estados de emergencia, colapsos, el necesario Caos y las órdenes a las que hay que obedecer, las persecuciones y el no dejar vivir a la gente, que es el único fin. Y es imprescindible dar la impresión de que todo es muy difícil de gestionar (como dicen Ellos), que probrecillos los Enviados del Señor, que hacen lo que pueden por nuestro bien, que son héroes y mártires y que nosotros lo que tenemos que hacer es ser agradecidos y estarnos quietecitos en casa, que ya están Ellos para salvarnos del mal. Y hacen sus jueguecitos pa entretener con eso de si estaban previstos 20 y han sido 40 centímetros, de si se preveía un número de contagios de 143 y han sido 235, de si es culpa de los unos o de los otros o de la gente que la previsión numérica exacta no se haya cumplido, y piden responsabilidades; pero, eso sí, previsto estaba y Dios no tiene nunca la culpa de nada.

Lo que si tiene Dios es un defectillo que no puede permitirse declarar para que no se cuestione su omnipotencia y hace como que no pasa, pero pasa; y es que no consigue evitar que la gente, más o menos, se dé cuenta de que la nieve es nieve y no más, y que, lo otro, es el Caos fabricado desde Arriba, que nos mienten, que sí que estaba previsto (fabricado) y, por tanto, se tiene que cumplir. La gente se da cuenta de que los bichillos (virus, bacterias, microbios y demás cosillas de esas que dicen que las hay -a saber-), si acaso, son bichillos que están en ti y en mí y en la nieve y en el aire, que son tú y yo, son la nieve y el aire; que tú y yo y la nieve y el aire somos esos bichillos; que cómo se puede separar eso del bichillo de ti y de mí, de la nieve y del aire; que qué pretenden que creamos que somos tú y yo entonces sin todo eso de lo que nos quieren separar porque dicen que nos hace mal, sin bichillos, sin abrazos, sin hablar, sin vida. Pues eso: unos putos muertos a los que les gime el corazón y a los que ni respirar les dejan.

Ahora nos tienen ya en la prevista tercera ola y se tiene que cumplir, y se cumple. Pero es mentira y sólo le pido a Dios que no nos proteja, que deje que nos pasen cosas, porque eso, quizá, sea vida; en definitiva, sólo le pido a Dios que, si es posible, se vaya a tomar por culo.

Salú!



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